Amazon ha presentado estos días en su sede de Milan su casa del futuro.
Nos anuncia cómo viviremos, cómo nos interrelacionaremos, cómo seremos. El comienzo siempre empieza en el fin de algo. Más allá de la visión de Amazon, las casas que habitaremos ya no serán solo casas, como alguna vez los teléfonos fueron algo que se usaba solo para hablar. Ahora las casas serán nuestro hogar digital, nuestros centros comerciales personales, el ecosistema en torno al cual girá la vida. Una casa donde vivir conectado a lo que sucede ahí afuera, más allá de las paredes y las puertas y las ventanas. La casa ahora será una red invisible de conexiones inalámbricas, internet de las cosas, objetos que nos hablan y nos recomiendan productos y servicios que harán nuestra vida más respirable. Objetos que nos escuchan y memorizan lo que decimos, lo que intuimos, lo que aún no sabemos que queremos pero sucede que queremos. Observadores tecnológicos en la-solución-final de una vida happy: Alexa y los otros nos salvarán de una vida de dudas, de preguntas inciertas, de tiempos absurdamente perdidos: elegirá los muebles, la comida, la ropa que más nos conviene. Aparatos autodidactas que estudian día tras día nuestros movimientos, respiraciones, toses, tonos de voz. Neveras que aprenderán tanto de ti que ordenarán los alimentos que necesitas a tu supermercado preferido. Será como tener un nanopedazo de tu supermercado en tu casa. Alexa, la inteligencia artificial, la casa conectada, serán el suicidio de lo burocrático, será la liberación total: tendremos todo el tiempo del mundo para nosotros. Deberemos prepararnos para gestionar todo ese océano de tiempo libre, para que no caiga sobre nosotros como una losa. Siempre fue agotador ser libre.
«Alexa, ¿quién es el mejor padre del mundo?
Autor: Laureano Turienzo. Consultor &Asesor empresas Retail
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